Alejandro Campos Ramírez

Alejandro Campos Ramírez

Finisterre (A Coruña) 6.V.1919 – Zamora, 9.II.2007

Poeta, editor e inventor del futbolín

Hijo de un fabricante de calzado, se trasladó A Coruña a los cinco años y luego a Madrid para cursar el bachillerato a los quince. La empresa donde trabajaba su padre quebró y Alejandro tuvo que ganarse sus estudios corrigiendo las tareas de los niños de preescolar, además de trabajar de peón de albañil y hacer unas horas de trabajo en una imprenta. En esa época en Madrid conoció a León Felipe, a quien le uniría una duradera y fructífera amistad. Fundó por entonces el periódico Paso de Juventud, donde ya aparecía como Alejandro Finisterre y donde publicaba artículos de corte político y poesía.

Con 15 años ensayó la bohemia, y junto al poeta Rafael Sánchez Ortega publicó con el subtítulo: “Periódico Inconoclástico Defensor de los Valores Anónimos”.

En noviembre de 1936, contaba con 17 años, durante el asedio a Madrid un bombardeo lo dejó sepultado. Fue rescatado y trasladado a Valencia y luego a Barcelona. Durante sus meses de recuperación creó su primer invento, el “paso de hojas mecánico”, un artilugio que consistía en unas pinzas móviles accionadas mediante un pedal de pie, que servirían para pasar las hojas de las partituras. Para su realización contó con la colaboración de Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco, que también fue su "cómplice" en el invento del futbolín.

Después de haber publicado en edición de autor La Gaita, y el poemario, Cantos esclavos. Versos del buen y mal humor (1946), se exilió a Francia en 1947. Su equipaje era escaso: "...la patente, una lata de sardinas y dos obras de teatro”. Estando en París un año después, se sorprendió al ver un escaparate en el que vendían un pasa-hojas y futbolines idénticos al que había diseñado. Puesto en contacto con el fabricante, y mediante la asesoría jurídica de la Asociación Internacional de Refugiados, logró que la empresa le pagara una cifra respetable en concepto de derechos, que le permitió emprender su viaje a América.

En París había trabajado para la radiodifusión y colaborado en L'Espagne Républicaine (1945-1949), dirigida por Ricardo Gasset Alzugaray y en la que colaboraron, entre otros muchos, Víctor Alba, Francisco Giner de los Ríos, Federica Montseny o Jacinto Luis Guereña. En ese periodo publicó una “Historia de la danza española” en Combat en 1948 y vio estrenar en marzo de 1949, en Montecarlo un ballet basado en su cuento “Del amor y la muerte”. Nadie que le haya visto bailar olvidará esa faceta suya (Martín, 2010). Había sido bailarín de claqué (para lo cual tenía una planta excelente), en la compañía de Celia Gámez.

Finisterre viajó a Ecuador en 1948 y retomó su trabajo de editor y su pasión de poeta. Allí fundo la Revista de Poesía Ecuador 0°0´0´´, Revista de Poesía Universal.  En 1952, en Cabo de Santa María (Guatemala), fundó junto a sus hermanos una juguetería que trabajaba con madera y metal. Su producto estrella fue el “futillo” es decir el futbolín y allí fue donde perfeccionó su invento con barras telescópicas de acero sueco y mesa de caoba de Santa María de Guatemala. Desarrolló sus inventos y prosperó en otros inventos como las cajas de música o el baloncesto de mesa. Estando en Guatemala conoció al Che Guevara, con quien le unió una fuerte amistad. Durante el golpe de Estado del coronel Castillo Armas, financiado por los Estados Unidos de América, el Pentágono y la CIA, Luis Mariñas Otero, el único embajador de Franco en el Consulado Español, dirigió el secuestro de Finisterre el 11 de junio de 1956, que fue frustrado.  Se intentó un segundo secuestro, que llevó a su detención y su extradición a España.  Embarcado en un avión con dirección a España, durante el vuelo se refugió en el lavabo del avión y construyó una bomba ficticia envolviendo una pastilla de jabón con papel de aluminio. Con esa “bomba” logró desviar el vuelo hacia Panamá, en lo que fue uno de los primeros aerosecuestros que se tengan registrados.

Mientras en la España franquista su invento se había hecho famoso por todo el país, incluso había campeonatos nacionales equipos deportivos. Por entonces Finisterre decidió viajar desde Panamá a México, en 1956, donde fundó y presidió la Editorial Finisterre Impresora, con la que editó la revista del Centro Gallego de México y más de doscientos títulos de poesía de autores exiliados españoles, escritores mexicanos y algunos autores guatemaltecos, Alejandro Galindo, por ejemplo y escritores como Wilberto Cantón o Rafael Solana.

Entre sus ediciones abundaron sobre todo los republicanos españoles: León Felipe, con quien volvió a reencontrase en México, Francisco Ayala, José Ramón Arana, Juan Larrea, Américo Castro, Ernestina de Champourcín, Max Aub, Emilio Prados, Antoniorrobles, María Teresa León, Pedro Garfías, Celso Amieva, Manuel Andújar, Luisa Carnés, Mada Carreño, Américo Castro, Juan José Domenchina, Juan Marichal, Manuel Durán, José Moreno Villa, Emilio Prados,  en selección y prologado por Juan Rejano, y autores hechos como tales sobre todo en México, como Maruxa Vilalta, Octavio Paz, Luisa Carnés, Federico Patán o Paco Ignacio Taibo, Griselda Álvarez Ponce de León, Andrés Henestrosa, Ernesto Cardenal.

Con los Talleres Gráficos Menhir, de la colonia Álamos, llevó a cabo su labor editorial, que Juan Escalona divide en dos etapas, 1° etapa 1952-1968 y 2° etapa 1968-1977. Aquí puso a funcionar su Editorial Ecuador 0°0´0´´ y Finisterre. Cada una de sus ediciones tenía un cuidado milimétrico de artesano realizado por Finisterre, que en cada ejemplar ponía un empeño particular en que respondiera a la propuesta artística del escritor.

A la muerte de su amigo León Felipe, Finisterre organizó en 1973, en el Bosque de Chapultepec (Ciudad de México), el gran homenaje del exilio a León Felipe. Allí congregó, con los medios que le permitió el Gobierno de Luis Echevarría, a intelectuales de España y del exilio, como Ramón Xirau, Francisco Giner de los Ríos o Juan Marichal con escritores como José Miguel Ullán, Ramón Chao, o el ourensano, Celso Emilio Ferreiro.

Durante la transición española, volvió a su país de origen y se casó con la soprano María Herrero. Desde entonces los viajes fueron continuos entre México y España para él y su familia. Cuando definitivamente se estableció en España, Alejandro Finisterre siguió demostrando esta vocación de “editor del exilio”, dando a conocer tanto la obra de quienes ya habían publicado antes de la guerra como la de la llamada segunda generación del exilio.

Alejandro Finisterre, ya en España, se trasladó a vivir a Aranda de Duero (Burgos), donde continuó escribiendo. Amante de la lengua gallega, fue miembro de la Real Academia Gallega. Tiempo después se trasladó a Zamora, donde gestionó la herencia del poeta León Felipe como albacea testamentario y logró que los documentos, escritos y demás pertenencias del poeta se quedaran en el Ayuntamiento de Zamora.

Finisterre, falleció el 9 de febrero de 2007, en Zamora a la edad de 87 años. Sus cenizas fueron esparcidas en el Río Duero a su paso por la ciudad de Zamora y en el Atlántico en Finisterre. Su pueblo natal le dedicó una calle y a su muerte, varios medios internacionales se hicieron eco de la noticia, como el diario inglés The Guardian que le dedicó un extenso obituario.  El ilustrador italiano Alessio Spatario en el año 2016 creó un comic dedicado la vida de Alejandro Finisterre.

José Manuel González Freire

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