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TIEMPOS DE LIBERTAD, EL ARTE ESPAÑOL EN DEMOCRACIA

- Hasta el 19 de febrero, cerca de treinta obras de Miquel Barceló, Juan Muñoz, José Manuel Broto, Jordi Teixidor y otros artistas que trabajaron entre 1975 y 1990

Ibercaja comienza el año 2006 con la exposición “Tiempos de Libertad. Arte en España de 1975 a 1990”, una muestra que presenta obras de artistas de la talla de Miquel Barceló, Juan Muñoz, José Manuel Broto, Jordi Teixidor, Susana Solano y otros representantes del arte español que trabajaron entre 1975 y 1990. Puede contemplarse hasta 19 de febrero en el Centro de Exposiciones y Congresos de la entidad (San Ignacio de Loyola, 16).

La muestra, resultado de la colaboración entre varias cajas de ahorros, reúne veintisiete piezas, entre las que se encuentran esculturas, pinturas e instalaciones, con una gran heterogeneidad en las propuestas, lenguajes, técnicas y materiales empleados. Las obras proceden de coleccionistas particulares y de diversos museos de arte contemporáneo. El comisario es Fernando Francés.

Las convulsiones políticas que sufrió la España de la década de los setenta, integradas en lo que posteriormente se llamó Transición, propiciaron la aparición de numerosas promociones de artistas que convirtieron los años setenta y ochenta en uno de los momentos culturales más novedosos e independientes de la historia del país. Este momento de efervescencia artística está representado en la exposición por creadores que, aún siendo muchos de ellos parte activa del panorama artístico actual, son ya fundamentales en la historia del arte.

Las pinturas que reúne la muestra pertenecen, entre otros, a Juan Antonio Aguirre, Alfonso Albacete, Miquel Barceló, José Manuel Broto, Carmen Calvo, Miguel Ángel Campano, Gerardo Delgado, Xavier Grau, Antón Lamazares, Juan Navarro Baldeweg, Manolo Quejido, Soledad Sevilla, Jordi Teixidor, Juan Uslé y Xesus Vázquez. La exposición incluye también esculturas e instalaciones de Pepe Espaliu, Cristina Iglesias, Francisco Leiro, Eva Lootz, Juan Muñoz, Miquel Navarro, Jaume Plensa, Adolfo Schlosser y Susana Solano.

La Obra Social y Cultural de Ibercaja, especialmente interesada en promocionar y difundir el arte, durante los últimos años ha organizado exposiciones individuales y colectivas de muchos de los artistas presentes en la muestra.

MOVIMIENTOS PICTÓRICOS

Los años setenta en España se iniciaron con el régimen franquista muy debilitado y una necesidad social que demandaba cambios urgentes. Las opciones figurativas en esta etapa tienen su máxima representación en un grupo de jovencísimos pintores llamado La Nueva Figuración Madrileña, al que pertenecen Alfonso Albacete, Juan Antonio Aguirre, Carlos Alcolea, Carlos Franco, Luis Gordillo, Guillermo Pérez Villalta y Manolo Quejido.

Aglutinados primero en la mítica Sala Amadís de Madrid y posteriormente en torno a la Galería Buades, estos pintores realizaban una pintura encendida, tanto en color como en mordacidad, una pintura narrativa, separada del sentido trágico de la creación y el compromiso político y social vividos por la generación anterior.

En los márgenes de la figuración se inscriben Miguel Ángel Campano, Juan Navarro Baldeweg, procedente de Estados Unidos, y los austriacos Eva Lootz y Adolfo Schlosser, afincados en Madrid en aquellos años de agitación artística y social. Los artistas llegados de fuera de España aportaron “una bocanada de aire fresco que hizo tambalear los cimientos conceptuales de muchos artistas”, escribe Fernando Francés, comisario de la muestra.

La nueva abstracción aúna diferentes artistas. Gerardo Delgado y Jordi Teixidor, influenciados por el grupo de Cuenca y la dicción abstracta norteamericana; las nuevas generaciones de pintores, entre los que destacan los miembros del cohesionado Grupo Trama, con los aragoneses José Manuel Broto, Gonzalo Tena y Javier Rubio y el catalán, Xavier Grau, además de otros artistas que transitan en solitario como Soledad Sevilla y Carmen Calvo.

Entrados ya los ochenta, el panorama artístico español revela un reemplazo generacional por el cuál una nueva nómina de artistas, más y mejor promocionados por las instancias oficiales, irrumpen en el mercado internacional. Entre estos pintores destaca el fulgurante éxito de Miquel Barceló, que los críticos interpretan como la consolidación de un modelo de artista que las nuevas condiciones políticas, económicas y culturales en España empiezan a permitir. Junto a él se encuentran otros grandes protagonistas de la pintura expresionista que vuelve con fuerza, cargada, densa y trabajada con violencia y rapidez, José María Sicila, el ya citado Broto y Ferrán García Sevilla.

Dentro de la abstracción destacarán también otros nombres como Antón Lamazares, que en sus creaciones obtiene resultados asombrosos con un repertorio limitado de materiales (cartón, madera, barniz), Xesús Vázquez, ejemplo de arte conceptual y Juan Uslé, con sus célebres cuadros vinílicos, basados en la regulación de largas pinceladas y pequeños giros o rizos.

EL AUGE DE LA ESCULTURA

Según escribe Óscar Alonso Molina en el texto del catálogo de la muestra: “Frente a la casi unánime reivindicación de la pintura en la primera mitad de los ochenta, a partir de la segunda destaca el reemplazo disciplinar por parte de la escultura, que acoge implicaciones de raigambre neo-conceptual” Miquel Navarro, por ejemplo, apuesta por una escultura disgregada que huye de la concepción tradicional.

Igual que ocurre con la generación coetánea de pintores, también los escultores de los años ochenta despegan a nivel internacional, como Susana Solano, Juan Muñoz o Cristina Iglesias. La primera lo logra gracias a la contundencia de una propuesta escultórica que, arrancando del posminimalismo, alude con agudeza a muy diversos y complejos universos estéticos. Juan Muñoz con sus sofisticadas estrategias desdibuja la demarcación estricta entre espectador y creador, y entre la escultura y otras manifestaciones vecinas como la instalación. Las piezas de Cristina Iglesias parafrasean elementos arquitectónicos a los que incorpora cierta organicidad y una imponente presencia textural mediante una cuidada elección de los materiales.

Otro importante nombre es el de Jaume Plensa que en sus esculturas de los años ochenta reflexiona sobre la existencia y la condición humana a través de hierros y forjados; Francisco Leiro enlaza aspectos manieristas y barrocos de la imaginería gallega con el resurgir neoexpresionista. Mención especial merece Pepe Espaliú que en su batalla contra el sida creó un lenguaje más poético y comprometido.